sábado, 2 de febrero de 2013

El siguiente artículo figura en http://www.arteytextos.com/ con fecha viernes 22 de agosto de 2008 y como refleja con exactitud el espíritu de la creación del "Museo de Arte Tigre Intendente Ricardo Ubieto" comprendí que -con la debida autorización de su autor- correspondía que figurara en este blog, que no tiene ánimo de contradecir ni polemizar con nadie, y cuya esencia es únicamente recordarle a los tigrenses la vida y gestión del Intendente Ricardo Ubieto, único realizador del resurgimiento de TIGRE.

Dicho artículo dice así:

 "Contradicciones y polémica en el Museo de Arte del Tigre"
Convencido de que el logro de una gestión eficaz no es compatible con la dudosa virtud de la ingenuidad, el desaparecido intendente de Tigre, Ricardo Ubieto, solía advertir a sus colaboradores: “Al que se le enganche una moneda en la uña le corto las dedos”.
Elegido por un partido vecinal que durante veinticuatro años desplazó de la comuna a peronistas y radicales, Ubieto modernizó el paisaje del Tigre y cambió la historia de los vecinos con la creación de numerosos jardines de infantes, escuelas, centros polideportivos, comisarías, un hospital comunal, múltiples plazas y pavimentos y el espléndido Museo de Arte Tigre (MAT), que funciona en el restaurado edificio del viejo Casino, y cuya colección de arte figurativo argentino de los siglos XIX y XX se reunió en su totalidad mediante transparentes adquisiciones en remates, asesoradas por los expertos Adrián Gualdoni Basualdo y Sonia Decker.
“Si me lo tienen que explicar, no me sirve”, decía también Ubieto, y con ese criterio reunió las 160 obras del patrimonio, que incluyen magníficas pinturas de Carlos E. Pellegrini, Johan Moritz Rugendas, Juan León Palliere , Graciano Mendilaharzu, Angel Della Valle, Eduardo Sívori, Fader, Quirós, Pío Collivadino, Justo Lynch y Carlos Ripamonte, paisajistas como Malinverno, Carnacini, Aquino y Malanca, y europeos como el holandés Jacques Witjens y el inglés Stephen Koek- Koek. Los maestros Alice, Spilimbergo, Berni, Soldi, Castagnino, Diomede, Victorica, Quinquela Martín y Oscar Vaz, entre muchos otros, completan un soberbio panorama del arte argentino.
Tras la muerte de Ricardo Ubieto, ocurrida el 16 de marzo de 2006, el nuevo intendente peronista, Sergio Massa, nombró directora del MAT a Diana Saiegh, quien ya había ocupado un cargo equivalente en el Centro Cultural Recoleta. Pocos días después de asumir sus funciones, Saiegh desató la polémica al facilitar las instalaciones del museo para la realización de un desfile de modas, la filmación del videoclip de un grupo musical, cuya escena final encierra el claro simbolismo de la caída del retrato de Ubieto, y una muestra de arte contemporáneo, que fue colgada tras retirar varias obras de la sala dedicada al puerto y proceder a guardarlas, dijo la funcionaria, “en nuestra excelente bodega”.
Los hechos planteados nos sugieren varios interrogantes: ¿Qué necesidad hay de cambiar el destino de un museo de arte figurativo dedicado, como se espera que pase en un museo, a los artistas conocidos y consagrados por el juicio colectivo de sucesivas camadas de críticos, galeristas y coleccionistas, para colgar en su lugar obras recién realizadas, que requieren copiosas explicaciones y justificaciones, y cuyo mayor mérito reside en la etiqueta que las califica como “muy contemporáneas”?
¿No hay, acaso, en el país, muchos y muy espaciosos museos, ferias, centros culturales, galerías de arte y espacios expositivos dedicados a la difusión y la promoción del arte contemporáneo? ¿Es apropiado prescindir de los sucesivos filtros normales establecidos por el público y los diferentes actores del campo artístico a través del tiempo, y dejar librada la decisión de llevar al museo tales o cuales obras y artistas a un puñado de funcionarios iluminados?